EL CABALLO

DE

TROYA.

Publio Virgilio Marón (70 - 19 a. de C.): Nació cerca de Mantua, en la Galia Cisalpina. Completó en Roma su educación, que había iniciado en Cremona y continuado en Milán. Como los jóvenes de su época tenía intención de ejercer la abogacía, pero, después de una actuación desafortunada en los tribunales, regresó a su granja y comenzó a escribir. Más tarde, en el año 41, fue desposeído de aquella propiedad cuando a los veteranos de Antonio, a raíz de la campaña filipense, se les recompensó con la acostumbrada entrega de tierras. El poeta se dirigió a la capital y protestó contra la confiscación de sus tierras. Nada hubiese conseguido sin la ayuda del político y escritor Asinio Polión, quien consiguió que las propiedades fueran restituidas a Virgilio y a su hermano, pues su padre acababa de morir. Su estancia en Roma le procuró aún mayor beneficio, pues conoció a Octavio, el futuro emperador, y a Mecenas, que habían de ser sus amigos más fieles. El año 19 marchó a Atenas con el propósito de completar su revisión final de la Eneida; pero, cuando apareció Augusto en aquella ciudad le apremió a que regresara a Roma. Recogió su manuscrito aún sin terminar, y se unió al séquito imperial. Antes de que la nave llegara a Italia cayó enfermo y murió en Brundisium el 21 de septiembre.

El poema que comentamos es un fragmento, muy corto, de su Eneida. A pesar de su brevedad es uno de los pasajes más intensos de la obra. Eneas le está contando a Dido el desenlace de la guerra de Troya y punto central de ese final es este episodio. La descripción es tan real que parece que estamos viendo todo lo que sucedió; y no sólo lo vemos sino que casi lo sentimos y lo oímos, como cuando describe esa lanza que queda clavada en el costado del caballo, vibrando hasta quedar quieta, y produciendo un resonido profundo en las concavidades del caballo con una maravillosa armonía imitativa. Sería trabajo ímprobo describir aquí los rasgos poéticos especiales _sólo en el verso 27 encontramos una aliteración, panduntur portae y una cacofonía intencionada, Dorica castra_. Pero el párrafo encierra en sí varios de los mitos perennes de la literatura: el principal es aquello de que "Si no puedes vencer a tu enemigo por los buenas, inténtalo con el engaño, con la estrategia, cebando su ego".
Hay pocos personajes con nombre propio. Sin embargo todos están magníficamente definidos y juegan su papel a la perfección. El impulsivo Timoetes que sin pensarlo ordena introducir el peligro en el corazón de la ciudad, el inteligente Capys que ordena con buen criterio quemar o destruir el caballo, y Laoconte, la razón luminosa, fogoso y decidido, que razona a la perfección y pronuncia, entre otras, una frase que se ha hecho aforismo: "Temo a los griegos incluso cuando hacen regalos". Es el símbolo de la razón y la luz.
Hay otro verso que refleja a la perfección la idiosincrasia del grupo humano: "Scinditur incertum studia in contraria volgus", ese pueblo que no sabe qué hacer porque de un lado y de otro le están bombardeando con opiniones contrapuestas, ese vulgo que cada vez más "no sabe", "no contesta" y es presa fácil de políticos que prometen, de profetas que amenazan. Pero la razones, aunque sean evidentes, muchas veces tienen menos fuerza de convicción que las sinrazones. Todos conocemos el final de la historia: El caballo, aparente regalo divino, fue el principio del fin. Del fin de un pueblo que fue invadido por el presunto motivo de una venganza del honor mancillado, pero en realidad, hasta donde explica la Historia, para cortar de raíz su pujanza económica que amenazaba el poderío comercial de la ciudades griegas.


......................fracti bello fatisque repulsi
ductores Danaum tot iam labentibus annis
instar montis equum diuina Palladis arte        15
aedificant, sectaque intexunt abiete costas;
uotum pro reditu simulant; ea fama uagatur.
huc delecta uirum sortiti corpora furtim
includunt caeco lateri penitusque cauernas
ingentis uterumque armato milite complent.    20
Est in conspectu Tenedos, notissima fama
insula, diues opum Priami dum regna manebant,
nunc tantum sinus et statio male fida carinis:
huc se prouecti deserto in litore condunt;
nos abiisse rati et uento petiisse Mycenas.       25
Ergo omnis longo soluit se Teucria luctu;
panduntur portae, iuuat ire et Dorica castra
desertosque uidere locos litusque relictum:
hic Dolopum manus, hic saeuus tendebat Achilles;
classibus hic locus, hic acie certare solebant.   30
Pars stupet innuptae donum exitiale Mineruae
et molem mirantur equi; primusque Thymoetes
duci intra muros hortatur et arce locari,
siue dolo seu iam Troiae sic fata ferebant.
At Capys, et quorum melior sententia menti,    35
aut pelago Danaum insidias suspectaque dona
praecipitare iubent subiectisque urere flammis,
aut terebrare cauas uteri et temptare latebras.
Scinditur incertum studia in contraria uulgus.
Primus ibi ante omnis magna comitante caterua 40
Laocoon ardens summa decurrit ab arce,
et procul 'o miseri, quae tanta insania, ciues?
creditis auectos hostis? aut ulla putatis
dona carere dolis Danaum? sic notus Vlixes?
aut hoc inclusi ligno occultantur Achiui,             45
aut haec in nostros fabricata est machina muros,
inspectura domos uenturaque desuper urbi,
aut aliquis latet error; equo ne credite, Teucri.
Quidquid id est, timeo Danaos et dona ferentis.'
Sic fatus ualidis ingentem uiribus hastam          50
in latus inque feri curuam compagibus aluum
contorsit. stetit illa tremens, uteroque recusso
insonuere cauae gemitumque dedere cauernae.
Et, si fata deum, si mens non laeua fuisset,
impulerat ferro Argolicas foedare latebras,        55
Troiaque nunc staret, Priamique arx alta maneres.
(Eneida, libro II)


.....................rotos por la guerra y repudiados por lo hados los jefes de los dánaos, habiendo pasado ya tantos años, construyen un caballo de enorme tamaño siguiendo el arte de la divina Palas y entretejen sus cuadernas con madera de abetos que habían talado; fingen hacer un sacrificio por un feliz regreso; hacen correr la noticia.
Meten dentro a escondidas hombres vigorosos elegidos por suerte y llenan por completo su oscuro vientre y sus enormes recovecos de soldados armados.
Hay al alcance de la vista una isla, Ténedos, muy conocida por su fama, cuando estaban intactos los dominios de Priamo, pero ahora es una simple rada y puerto poco fiable para las embarcaciones. Se dirigen hacia ella y en sus playas desiertas se ocultan. Nosotros quedamos convencidos de que marchándose habían puesto proa hacia Micenas. Por tanto toda Troya se sintió libre de una larga tristeza. Se abren la puertas; qué placer pasear y contemplar el campamento de los griegos, los lugares vacios y la playa abandonada: Aquí estaba la mesnada de los dólopes, aquí tenía su tienda el implacable Aquiles, éste era el lugar de los barcos, aquí se entablaba batalla.
Algunos quedan estupefactos ante el mortal regalo de la virginal Minerva y admiran la magnitud del caballo; Timetes fue el primero en sugerir que fuese introducido en los muros y colocado en la ciudadela, ya por maldad ya porque así lo querían los hados de Troya. Pero Capis y los que tenían una mente más clara ordenan que la trampa de los griegos y sus regalos sospechosos o sean arrojados al mar o sean quemados tras prenderles fuego desde abajo, o que sean horadadas y traspasadas sus profundas cavidades.
El pueblo se divide indeciso entre opiniones contrapuestas.
Laoconte baja vehemente desde la alta ciudadela el primero delante de todos acompañado por una enorme comitiva y desde lejos grita: "Desdichados ciudadanos, ¿Qué significa esta enorme locura? ¿Creéis que los enemigos se han marchado? ¿Pensáis que algún regalo de los griegos carece de trampa? ¿Es así como es conocido Ulises? O en este artefacto de madera están ocultos los griegos o esta máquina ha sido fabricada contra la integridad de nuestras murallas, para vigilar nuestras casas y caer después desde arriba contra la ciudad, o en ella se oculta algún engaño. Troyanos, no os fiéis del caballo. Sea ésto lo que sea, siento temor de los griegos, máxime cuando hacen regalos".
Después de hablar así lanzó con enorme fuerza una lanza contra el costado del caballo y contra la curvada estructura de su vientre. Se hincó ésta retemblando, y, sacudido de dentro afuera el vientre, resonaran con un profundo gemido aquellas cóncavas oquedades. Y, si los designios de los dioses, si la mente no hubiesen sido esquivos, nos habría impulsado a horadar con la espada los recovecos argólicos. Troya aún estaría intacta y permanecerías, alta ciudadela de Priamo.
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