CAPÍTULO PRIMERO.

LAS MATERIAS DE ENSEÑANZA.

a) SOBRE LA CONDICIÓN FÍSICA DEL ALUMNO.

Cuando un niño de siete años, indiscreto e impotente, es conducido para ser educado, hay que tener cuidado de que exista un correcto desarrollo de sus miembros, en el sentido de que estén intactos; y que las condiciones atmosféricas, como el embotamiento del invierno entumecedor y el poderío del abrasador verano no incrementen las dificultades.

Se lee, en efecto, que el hijo de Timoteo, castigado a causa de la lepra, con unas piernas incapaces de sostenerle, con una gruesa joroba, cuando fue confiado a la educación, se convirtió en objeto de desprecio por parte del pueblo y de ridículo y difamación por parte de sus compañeros de clase. Igualmente vimos confiado a la educación al hijo del pretor suburbano quien, porque no se resguardó cuando más abrasaba la canícula con la sombrilla, con la que solía hacerlo, abandonado por sus propias fuerzas, golpeado por el castigo de la ictericia, extenuado finalmente por los soplos vivificantes, sucumbió ante la hidropesía. Es una muestra del problema, que causaron por culpa de la temeridad la indisposición de los miembros y la inclemencia del aire.

Debe haber una moderada abundancia de alimentos; sea la bebida suave y no excesiva, que no haya igualmente escasez de ropa, para que no se espese demasiado la sangre alrededor del corazón a causa del frío.

b) SOBRE LA ENSEÑANZA FUNDAMENTAL.

En primer lugar, hay que inculcar en el alumno la distinción de las figuras que representan las letras y la unión no poco dificultosa de las letras que hay que enlazar. Y no hay que insistir mucho en tan laborioso empeño, ni hay que abandonarlo pronto, como opina Servio, pues si bien a muchos les resulta facilmente accesible, para otros es más dificultoso....

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